La Transparencia de una Involución

Haberse legitimado en las urnas en 7 ocasiones, llevarse el crédito histórico de haber enterrado a la partidocracia y cuánto resquicio de partidismo que existía en el país sumados al aún, respaldo popular ¿le dan la patente de corzo a Rafael Correa para gobernar como se le antoja? Tal parece que en este país desmemoriado todo es posible. Si bien Rafael Correa Delgado es el depositario del “cambio” que todos los ecuatorianos, aquí no hay excepción, ¿anhelábamos o anhelamos?, la Revolución Ciudadana es la más caudillista y partidocrática de la historia, al menos de este país. Un incipiente proceso de oposición y méritos para la conformación de un Consejo de Participación Ciudadana “ilegítimo” evidencia la carencia de ciudadanía en estos 3 años de Correa al mando. Las prácticas partidistas del trance o amarre ahora se consumen solapadas en la Constitución en el marco de un socialismo del que nadie aún puede esbozar un concepto claro, ahora el poder ya no se encuentra en el órgano legislativo sino en la presidencia, allí y sólo allí. El chantaje, las prebendas y demás oferentes de cargos públicos ya no son necesarios en esta “Involución ciudadana” que ha contado con el respaldo popular y como en pocas ocasiones “callejero”, no sólo en las urnas, a este gobierno. Aquel gobierno, dicen algunos de las “Mil y una noches”, otros asambleístas constituyentes frustrados el de “los gallos de medianoche” y la parentela correísta (léase, Fabricio Correa) ha mencionado “El gobierno de las manos impías, por los casos de corrupción que ha habido, mentes lúdicas porque sólo se pasan soñando y corazones aguardientes porque sólo pasan de fiesta en fiesta…” conmemora 3 años en el “poder” mas no en la presidencia. ¿Cuántos gabinetes itinerantes ha realizado Correa? Superan la centena, es decir, continúa en campaña, piensa que mientras más campaña emprenda mejor esta gobernando y precisamente a aquello aún no se ha sentado. ¿Cuándo se consume el cambio Sr. Candidato Presidente si ni siquiera gobierna? La decepción más grande es que se pretenda imponer un pensamiento único que es el suyo, no se aporta con un proyecto serio, con una estructura jurídica que realmente implique un cambio mas no una concentración de más y más poder gubernamental ni siquiera estatal. ¿Qué institución pública no tiene injerencia gubernamental? Ninguna, nin-gu-na. Y de esa forma trata a sus funcionarios “ninguneando” al que disiente, repelando públicamente a los que hacen las cosas fuera de su óptica, caso Alberto Acosta y Fander Falconí. El ex ministro de relaciones exteriores, Fander Falconí, es una excepción a la regla ya que no fue maltratado. Creyó que se estaban burlando de un proyecto insigne del ¿proceso? como Yasuní- ITT y se fue, no espero que lo maltraten. A Acosta le pidieron que dé un paso al costado porque estaba “atrasando el proceso”, ese mismo proceso que parece una carrera de caballos pero que hasta la fecha la única parada de mula ha sido la de los ecuatorianos. ¿Cuántos decepcionados hay de Ud. Sr. Candidato Presidente? Anclados por el desempleo, la inseguridad, el maltrato, el menosprecio, la intolerancia y la grosería gubernamental de abofetear al que piensa distinto así estan muchos ecuatorianos, a lo mejor piensa que mientras más rápido emprende su carrera nadie se da cuenta de sus errores, cuándo precisamente, eso es lo primero que se evidencia. Sr. Candidato- Presidente comprenda que el cambio lo esperamos todos, pero a un ritmo cronometrado cuál maratón nadie va a resultar beneficiado, ni Ud. Sr. Candidato- Presidente, ni usted… Para consumar el cambio hay que empezar por uno, bien dice el lema de las ahora serviles FF.AA. ecuatorianas, “Sólo venciéndote, vencerás…”