
Un impulso a la profesionalización, pero ¿a la educación?
La realidad educativa superior es así, la mayoría se conforma, yo siempre he levantado mi voz de protesta y hasta el momento todo sigue igual pese a que está en trámite la aprobación de una ley de educación superior que supuestamente garantizará la calidad de la educación en el país. Lo dudo. Y lo más lamentable, cada día me convenzo más que ahora hasta la educación, mi oficio y todo en la vida se ha comercializado de tal forma que ya no se puede aspirar por la calidad, por aprender desde determinado escenario universitario. Quizá la carrera por la que aposte no cubre mis desbordadas expectativas. Tal vez y me equivoque desde un comienzo al emprender la carrera de periodismo que no es más que un oficio que se aprende en la práctica, NUNCA en las aulas. El que va a la Universidad con la intención de aprender a escribir, a reportear, a hablar con fluidez, a dejar sus complejos, está más perdido que los hermanos de la tan mentada familia colombiana que supuestamente fueron lanzados a la laguna del Yambo. Mis expectativas educativas siempre fueron exageradas, lo admito. En el colegio, en muchas ocasiones terminaba hablando más que los mismos profesores y muchas de mis dudas no fueron solventados por lo que supuestamente “debían” enseñar. En la práctica, en la vida misma, lo que me enseño el colegio es pura y neta cultura general que me emplazo a querer aprender todos los días de mi vida. Mi auto-educación ha sido primordial a la hora de disentir en los predios universitarios, lo que poco o casi nada sé, no lo aprendí en un aula de la facultad en la que ahora estudio. La lectura ha sido mi aliada.
El director del medio en el que laboro considera fundamental mi trabajo como monitor de noticias ya que sirve para orientar y guiar a los editores de la realidad inmediata de los ciudadanos. Yo no creo que sirva, mi trabajo ha caído en la rutina y a lo mejor mis pequeñas notas periodísticas servirán para uno que otro corto del periódico impreso. Mi necesidad de aprender se está viendo seriamente trastocada cuándo no puedo, aunque debería, adquirir conocimientos diarios en una universidad. No crean, los adquiero. Pero por voluntad propia, no gracias a la Universidad Ecuatoriana que se ha dedicado a hacer de la educación: el negocio de la profesionalización. A los dueños de las universidades del país, o el menos en el establecimiento que me inscribí no les interesa cuánto el estudiante aprende en un día de clase. Lo que les importa son los ingresos por concepto de pensiones, actividades extracurriculares y eventos que deben desarrollar para aparecer ante la opinión pública como que si están haciendo algo por el desarrollo intelectual del estudiantado. El que nunca ha tenido ganas de aprender a lo mejor y si adquiere conocimientos en un establecimiento superior, los que siempre hemos tenido afán del conocimiento, eso que aprende el resto, lo aprende en una jornada voraz de lectura en el marco de una jornada laboral. Soy consciente que las necesidades intelectuales de cada ser humano no son las mismas, pero al menos si todos inician una carrera profesional, deben al menos en teoría, adquirir los mismos conocimientos paulatinamente. Ni eso. Mi decepción es tal que hasta estoy pensando en inscribirme en una carrera paralela para ver si ahí si: APRENDO.
Ahora regreso a las aulas con la intención de aprobar el año, esa es mi premisa. Ya no me interesa aprender en la universidad en dónde erróneamente me inscribí. A partir de hoy prometo no faltar para amagar que me interesa superarme, como que si asistiendo voy a aprender algo, ni los docentes mismos se lo van a creer, pero la vida es así llena de falsas verdades, verdades a medias que todos mediocremente nos atrevemos a confirmar y ratificamos todos los días mediante nuestros actos.
El otro día leía, uno de mis principales vicios diarios (la Lectura), que en Latinoamérica, no sólo en Ecuador, nos hemos dedicados a profesionalizar a los ciudadanos pero nos hacen falta años luz para comenzar a educar… Desafortunadamente, no creo que vaya a estar presente el día que en una facultad de periodismo realmente enseñe algo destacable que cueste aprenderlo con la experiencia. Mi padre se me burla porque piensa que estoy estudiando por medio del sistema semi- presencial o a distancia, además me sugiere que estudie derecho en la universidad dónde el se graduó. Existen desventajas económicas de por medio que me impiden momentáneamente hacerlo, ojalá no sea así en el futuro.
La generalización es uno de los males de mi país y quizá estoy recurriendo a esa falta que tantos daños nos hace. Pero tengo la certeza que el problema de la falta de educación no radica sólo en el centro universitario dónde mi inscribí y he avanzado sin esfuerzos hasta tercer año, lo probable es que existan sólo excepciones en dónde si se eduque al estudiantado.
Tal vez cuándo me retire de los predios de la universidad en la que me inscribí, extrañe estas largas ausencias voluntarias que no afectan mi intelecto, sólo mi registro de asistencias. Lo más efectivo será estudiar otra carrera, si es que finalizó la actual, para apostar nuevamente por un título. Ya no me ilusionaré más con premisas como las que me he repetido toda la vida: que pago para que me eduquen. Lo seguiré haciendo sin ayuda de nadie, aunque sólo aprenda lo que me interesa y no lo que el manual o malla curricular “indica”. Si la realidad continúa siendo la misma y no crean mayores carreras técnicas en todos los ámbitos, el índice de deserción académica seguirán siendo los mismos. Recuerdo que cuándo entré a estudiar periodismo se inscribieron en el pre- universitario más de 70 estudiantes y sólo en mi curso; en la actualidad la cifra no llega a los 70 entre los 2 paralelos. Y no creo que la dificultad en las materias haya sido el motivo de la deserción pero la desazón y el desánimo si que han contado. Recuerdo a un compañero que abandonó “sus estudios” por cargas laborales, se puso a estudiar administración de empresas a distancia (fines de semana) y apenas le faltan 2 semestres para egresar.
Asimismo yo tengo la posibilidad de seguir una carrera los fines de semana aunque lo admito: Me detiene la sonrisa de mi hijo cada vez que le hablo. Pero ese esfuerzo estaría dedicado a él para evitar que tenga limitaciones económicas cuándo crezca, porque desde ya es grande.
Mi amor, esta educación la de hoy esperamos que ya no sea la de mañana, nos toca salir adelante y te doy las gracias por ayudarme a prepararme a motivarme para ser un mejor ser humano y una profesional en unos cuantos años más...TE AMO...!
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