"Una cosa es con guitarra y otra con violín...
Durante las manifestaciones emprendidas en contra del régimen del ex presidente de la república, Lucio Gutiérrez, el sentimiento popular de los denominados “forajidos” era que todos los funcionarios de las entonces 3 funciones del estado abandonen sus cargos para comenzar con un ‘borra y va de nuevo’. Gutiérrez abandonó el poder, luego vino el frustrado periodo transitorio de Alfredo Palacio, quién ofreció “refundar el país” en medio del fragor callejero que se había tomado la capital de la república en esa época (2003-2005). El sentimiento de desazón ciudadano tomo cuerpo en una figura, desde ya histórica para los ecuatorianos: Rafael Correa Delgado. El actual mandatario ecuatoriano compagino y estructuró el clamor popular que pugnaba y ¿anhelaba? El cambio en el proceder político de todas las instancias de poder. El proyecto de la Revolución Ciudadana no desfalleció hasta que pudo convocar a una Asamblea Constituyente (Montecristi-2007), en ese escenario se redactó una Constitución que hasta la fecha es sospechada por varios sectores, que en su debido momento demostraron su apoyo ineludible a la aprobación de aquel proyecto constitucional. Para no desentonar con el constante anhelo ciudadano, la Constitución del 2008 que fue expedida el 25 de julio, hace 2 años, encolumnó un artículo que le da la facultad al jefe de estado supremo para disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones de manera inmediata, si es que dicho órgano legislativo impide en algún momento la aprobación de leyes que faciliten la viabilidad del plan nacional de desarrollo. La ‘muerte cruzada’ permitirá al presidente Correa “gobernar con el pueblo”, no por medio de consultas populares, sino vía decreto ejecutivo por varios meses hasta que se posesione el nuevo mandatario. El secretario jurídico de la presidencia, Alexis Mera en declaraciones formuladas a medios impresos el pasado 26 de julio, descartó la ‘muerte cruzada’ como una opción para destrabar el bloqueo legislativo persistente en el órgano legislativo, tras la entrada en vigencia de la ley reformatoria de hidrocarburos por el ministerio de la ley y por una supuesta desaparición de los elementos para provocar una efervescente advertencia presidencial. La Asamblea Nacional seguirá con la misma tónica de entrampamiento si es que el oficialismo insiste en la aprobación de temas considerados por ellos como “fundamentales” y para la oposición, “polémicos”, como la ley de educación superior y comunicación. La popularidad del único co-legislador de la república, Rafael Correa permanece intacta y bordeando records históricos 67%, si se toma en cuenta los 3 años que ha permanecido en el poder. El desgaste no parece afectar al jefe de estado, pero si a algunos integrantes del oficialismo que han visto afectada su popularidad por tantos vaivenes fundamentalistas con respecto al cambio. El régimen correísta tal parece sigue en marcha, pero ¿la ‘muerte cruzada’ lo detendrá?
