¿Por qué Pobre Ecuador? Si viven en este país lo entenderán...

lunes, 8 de noviembre de 2010

"30 de septiembre en democracia: camisa de fuerza nacional"


¿Insubordinación policial o intentona golpista?

Ha pasado más de un mes de la insubordinación del pasado 30-S y hasta el momento escucho un solo argumento que justifique el accionar del convaleciente presidente de la República, Rafael Correa durante su visita al Regimiento de Policía en Quito el 30 de septiembre del 2010. Que no debió haber acudido a una zona de conflicto, que se metió a la boca del lobo, que la Inteligencia militar fue nula, que la tropa policial no le hizo caso ni a su madre y mucho menos a su jefe supremo, que el primer mandatario intentó apagar un incendio con gasolina, hasta que el reclamo de un sector de la Policía Nacional fue desproporcionado. Pero, ¿que originó la actitud incendiaria del presidente Correa en el Regimiento Quito? Un nombre y una arenga: “¡Que viva Lucio!...”

Y si me pongo en los zapatos de lujo del jefe de estado, sin duda que me molesto si en el marco de un aparente reclamo justo, el de un sector policial, me nombran a un ciudadano que la historia se ha encargado de castigar y que tuvo un gobierno traidor con sus tesis iniciales: Lucio Gutiérrez Borbúa. Aquel ciudadano incitó a un golpe de estado el pasado 21 de enero del 2000 en contra del nefasto ex presidente de la República, Jamil Mahuad Witt. Precisamente ese fue el motivo por el que fue electo, por golpista y pese aquello los políticos se rasgan las vestiduras hablando y supuestamente defendiendo la democracia. Y lo que es peor, muchos ecuatorianos lo siguen recordando por haber protagonizado un supuesto “buen gobierno” que fue tumbado por pretender imponer una dictadura tras haber disuelto una Corte Suprema de Justicia legítima con la intención de satisfacer favores políticos que trajeron de vuelta al ‘Loco Bucaram’, Alberto Dahik y Gustavo Noboa.

Bien reza una frase popular: “El pueblo no tiene memoria…” y añado que “…nunca la tendrá”. Y aquí es cuándo me disfrazo de gobiernista y empiezo con todas los argumentos que asiste mi razón, a criticar a un sector policial, que no recuerda como antes tenía que hacer la vaca para comprar balas o dejaba empeñadas sus armas (instrumento de trabajo otorgado por el estado) con tal de que les dejen llevarse la jaba de cerveza con su respectiva chancleta de la tienda menos popular del país o cuándo agarraban a un supuesto delincuente y lo timaban a cambio de concederle nuevamente la libertad. Mucho menos, el día de la revuelta, recordaron como han sido protagonistas de cada abuso en contra de los derechos humanos de los mismos ciudadanos a los que tienen que proteger y de paso dejaron indefensos aquel, aunque resulte irónico, ¡MEMORABLE! Jueves, 30 de septiembre. Los gendarmes no intentaron tumbar al gobierno, no consiguieron ningún reconocimiento económico con su motín policial, pero lo que si lograron es que la ciudadanía desconfíe aún más de la supuesta y mal denominada Fuerza Pública que dejó indefensa a toda la ciudadanía del país, al no intentar como todos los días precautelar la seguridad nacional. Si el presidente Correa los cogió como a hijos a los gendarmes, aquel día memorable, para sacarles en cara lo que había hecho por ellos, es totalmente comprensible. Los efectivos policiales insurrectos deben hacer un mea culpa y decir: “Si, nos equivocamos, la desproporción no puede ser utilizada para tener la razón”. Y si la tenían debían haber utilizado los canales supuestamente democráticos que los ecuatorianos tanto quieren, según afirman los sofistas de la oposición. Aunque vale recordar que también le agradan los canales golpistas a los ecuatorianos (Lucio Gutiérrez, los forajidos, los diputados sicólogos, los de la camioneta, los indígenas, la oligarquía, entre otros). Asimismo es repudiable, los intentos de unos cuántos estúpidos, no se si policías o civiles, que intentaron atentar contra la vida del presidente Correa, pese a que lo vieron indefenso con un cuerpo de seguridad que es digno de elogios, sobretodo los 2 hombres que siempre lo acompañaron (Pancho de la Torre y N.N). Al premier de la República lo insultaron, lo vejaron, le tiraron gases lacrimógenos, casi le pegan una buena zarandeada inolvidable y hasta supuestamente lo secuestraron, cuándo todos vimos por la TV Pública, como él solito ingresó ayudado por 2 fieles custodios al Hospital de la institución que lo estaba agrediendo cobardemente para atender su pierna mal trecha. Todo en la vida tiene su causa y su efecto. No justifico el mal carácter de Correa ni rechazo de plano el supuestamente justo reclamo salarial de los gendarmes. Lo que si lamento es que por la mala memoria de los ecuatorianos se ponga en peligro la seguridad de la mayoría y se atenta contra la capacidad de discernimiento de toda una nación. La cadena nacional indefinida e ininterrumpida no tiene nombre…aunque ¿(in)necesaria? La desprotección policial fue un atentado a los intereses del pueblo. El mal carácter de Rafael Correa debería quedar para su casa, no para gobernar el país. El despotismo, la intolerancia y el ego desmedido del primer mandatario son defectos que deben ser revisados por su fuero interior; la oposición sólo se desgasta aún más con sus críticas hacia al régimen mientras que el proyecto político de la Revolución Ciudadana sigue en marcha y fortalecido tras la supuesta intentona golpista. ¿Cuándo la oposición dejará de sonar vacía, superflua y dejará de preocuparse por la naturaleza despótica del individuo que gobierna el país y comenzará a trabajar con sus bases (si es que las tiene) en la construcción de una propuesta nacional que suene igual de encantadora para los desmemoriados ciudadanos ecuatorianos que siempre se han castigado a sí mismo en las urnas? El ex presidente de la República, Oswaldo Hurtado justificaba la inacción de la oposición culpando a Correa de la destrucción de los partidos políticos caudillistas que se han visto obligados a recurrir a artimañas ingenuas de contrariedad política, sin sumar un solo intento, aunque fatuo, para que la opinión pública medio les crea… Cualquier intento de revocatoria de mandato o solicitud de muerte cruzada evidencia la desesperación de la partidocracia y supuestos activistas políticos “novatos”, que ahora pretenden utilizar los mismos métodos constitucionales construidos por el oficialismo para intentar sacar del poder a un presidente con un respaldo popular y callejero inédito en la vida Republicana: 80%, tras el aparente intento de derrocamiento.

Si siguen así, nunca lograrán sacar del poder a Rafael Correa, quién supo sintonizar por más de 4 años el sentimiento popular de cambio, aunque éste no sea del todo real. El jefe de estado ecuatoriano se irá o continuará participando en contiendas electorales hasta cuándo él quiera o sepa que en el horizonte político nacional no aparece un contendor de aparente peso que lo pueda sacar del poder. Ni Lucio Gutiérrez, ni Carlos Vera, ni “El Gran Hermano”, ni el perdido Alvaro Noboa, ni el mismísimo Jaime Nebot podrán derrotar en las urnas a Correa, por una sencilla razón: formaron parte de la vieja partidocracia o no cuentan con un proyecto político popular. Los ecuatorianos consideran que Correa “Aunque pegue o mate… Presidente es…” y podrá hacer lo que le parezca con el país, ya que la mayoría lo eligió. Esa es la principal trampa de la tan sonada ‘Democracia’ que parece una camisa de fuerza para ciertos ecuatorianos que se acostumbraron a tumbar mandatarios traidores a sus promesas. Los partidos políticos se enterraron solitos y el pueblo les ofrece una misa de réquiem cada vez que acude a las urnas.
Claramente dice el pueblo y lo recuerdo sin ser oficialista: “La revolución ciudadana está en marcha y ni los policías la lograrán detener…” Mucho menos los lamentos de una oposición segmentada que no da pie con bola y que no logra cuadrar, tan siquiera, una propuesta política que medio ilusione al pueblo. Y para colmo de males, tras el 30-S, la oposición se ha unido a la mayoría oficialista para aprobar reformas legales como la reforma a la ley de Seguridad Social que fue aprobada de manera unánime. “HISTÓRICO” y dicho sea de paso, memorable…